martes, 29 de marzo de 2011

Impresionante

Camino al valle...



La entrada al Santuario




Zona de avalanchas



MBC - Machhapuchhare Base Camp




ABC - Annapurna Base Camp. Reto conseguido.

domingo, 27 de marzo de 2011

Algunas imágenes de este inolvidable viaje

Los viajeros: Sergio, Pablo y Paco.

Modhu, el hombre que comenzó como guía y se convirtió en nuestro hermano nepalí.

Freddy, el amigo incondicional que encontramos en nuestro camino.

Bárbara y Mario, dos españoles por el mundo que nos confirmaron que hay gente maja vayas donde vayas.

Los paisajes...
Las terrazas

Los bosques

Los caminos

Los valles

Los rododendros en flor

Los ríos

... y las siempre majestuosas montañas:

Algunas impresiones de Sergio en los días del trekking

"Freddy"
El segundo día de Trekking, a nuestro paso por Chhomrong, se unió al grupo un cuarto senderista (sin contar con el guía y el porter). Freddy, así decidimos llamar a un joven perro que, sin haberle brindado motivo alguno, decidió unirse a la expedición. Nos acompañó durante dos días y le perdimos la pista cerca del MBC (Machhapuchhare Base Camp) cuando, acompañando a Paco, decidió irse con un alemán sesentón que nos adelantó en un descanso. Con Paco bromeamos... 'míralo, sigue al más viejo con la esperanza de que muera en el camino y así tener comida gratis... Ha encontrado a alguien mayor que tú!!!' Realmente, desconozco qué impulsa a estos perros a seguir a los caminantes durante días (debo decir que no es el único que vimos realizando tareas de 'guía') Lo más curioso y sorprendente de esta historia ocurrió en la vuelta, a nuestro paso nuevamente por Chhomrong. Pablo y yo, que íbamos adelantados, decidimos esperar descansando al resto del grupo en mitad de una interminable escalinata que cruza el pueblo. En ese momento se cruzaron dos extranjeros (posiblemente camino del ABC)... Podéis imaginar quién les acompañaba? Sí, era Freddy. En cuanto le vimos y él se percató de nuestra presencia empezó a agitar la cola con alegría y vino a nuestro lado. Estuvo unos quince minutos en mi regazo, como si yo fuera su dueño... Posiblemente el olor a comida y su evidente instinto animal... volvió a separarnos para siempre. Debo reconocer que cada día aprecio y respeto más al reino animal, en especial a estos fabulosos y enigmáticos canes. Esta es la historia de nuestro colega Freddy.
El porter.
Curioso personaje llamado Khrisna, nuestro porteador. Un nepalí canijo que llevó durante días alrededor de 30 kilos por esos caminos. Al principio era un tipo que resultaba simpático, reía todo aquellos que decíamos sin enterderlo, imagino que le ayudaba lo que gesticulamos los españoles. Además como mi hermano es algo (bueno, bastante) payaso, no le quitaba ojo y se partía el culo con cada frase que este soltaba. Según comentarios que nuestro guía, Mhodu, parece ser que el muchacho era muy aficionado al licor nepalí (y a casi todos los licores conocidos)... así que todas las noches, cuando había terminado su labor, se ponía ciego de alcohol (claro, en este estado cualquier tontería que hace gracia) Justo el último día de Trekking, Mhodu nos dijo que no había dormido en su habitación. Nosotros habíamos cruzado algunas palabras con él la noche anterior, en otro Logde, y nos dimos cuenta que tenía los ojos excesívamente vidriosos, por lo que entendimos que estaba como una cuba. En ese día, antes se comenzar la caminata hacia Birethanti, nuesto destino final, Mhodu lo encontró y le comentó que nosotros comenzábamos el camino adelantándonos y que él siguiera nuestros pasos. Durante todo el recorrido Mhodu estaba intranquilo y al llegar a Kumi Khola, después de hora y media de marcha, paramos para refrescarnos y esperar a Khrisna. El muchacho no venía y, por momentos, la cara de Mhodu iba cambiando, pasando de la preocupación al enorme enfado. Finalmente, y tras una hora y media de espera, Mhodu decidió volver sobre sus pasos y buscarlo. A las dos horas apareció nuestro guía, cargado con nuestras tres mochilas y sin el porter, sudoroso, afectado por el calor y al borde de la deshidratación. El enfado y la indignación eran latentes. Nos contó que al volver al pueblo inicial lo había encontrado durmiendo la borrachera de la noche anterior. Le pagó los días trabajados y le despidió, cogió nuestros bultos y retomo de nuevo el camino. Sinceramente, yo no le habría pagado ni una rupia. Merito destacable el de Mhodu que hizo en dos horas lo que se tarda en tres, cargado con nuestras mochilas.
'Chikilú-chikilú'
Verdaderamente hemos compartido todos una gran experiencia junto a nuestro ya amigo Mhodu, el guía. Es increíble el intereés y el empeño que pone en entendernos y hacerse entender. Jamás en nuestra vida, creo, hemos hablado tanto inglés y hemos comprobado cómo Mhodu se esforzaba en aprender palabras y frases en castellano. Hemos tenido muchas tertulias, cambiado impresiones sobre nuestras tan diferentes culturas, e incluso hemos intentado algunas palabras nepalís... dhanebad (gracias), namasté (hola), pani (agua), khola (río), etc... Pero la que más gracia nos hizo fue 'chikilú' que viene a ser algo así como lo que hacen dos personas en la cama para realizar el acto sexual (por ser lo más correcto posible)... Que risa cuando le comentábamos que nosotros cuando estamos solos tenemos mucho 'autochikilú'... jajaja... y Mhodu, extremádamente vergonzoso, se reía y ponía colorado... Todo un personaje, afable y excesivamente servicial... Mhodu, Mhodu... 'Chico Martini'

Kathmandú




Creo que ya lo he dicho en alguna otra ocasión, Kathmandú es una de esas ciudades que puedes llegar a querer con todo tu corazón o puedes odiar con todas tus fuerzas. El caos que domina sus calles te atrapa y te repele, es como una inmensa y desestructurada tela de araña en la que la contaminación se hace la reina y sus gentes, casi diez millones de almas, parecen hormigas caminando enloquecidas en busca de no se sabe bien qué. El concepto de limpieza brilla por su ausencia, los coches, las motos, los rikshaks, sus miles y miles de turistas, los perros, las vacas, los monos, las ratas, las águilas, los cuervos y la basura se convierten en un elemento prácticamente indispensable. Y además, a todo esto, tenemos que añadir la falta de luz, casi catorce horas al día sin fluído electrico, hacen de esta capital una de las grandes madres del desmadre. Por otra parte, te enamora ver en cualquier rincón un templo hinduísta o budista, una estatua enigmática de algún dios, un anciano edifico religioso cuajado de imágenes, una antigua estupa, grupos de personas practicando ofrendas, miles de seres intentando vender sus productos, peregrinando de aquí para allá. Toda la ciudad es un gran bazar que te axfisia con su polución y te adormece con sus inciensos y flores, que te enloquece con los sonidos de sus claxons y te eleva con sus cánticos religiosos, que te revuelven sus olores de aguas estancadas, sudores y carnes putrefactas y te envuelve con los aromas de las especias y los aceites. Kathmandú es una urbe que puede parecer agonizante y, sin embargo, cada día palpita con más fuerza para vivir la más anárquica de las existencias.

Annapurna Trekking