jueves, 30 de agosto de 2012

La Cenezosa (intento)

Sí, hoy he salido a la montaña.
Después de unos días algo 'chofff' me he animado y, junto a Yuma, he cogido el coche y... de ruta.
Mira que mi colega del trabajo, Pedro, me había advertido esta mañana que había previsión de lluvias en la provincia, incluso decían que en algunas zonas podrían descargarse hasta 50 litros/hora.
Yo, por si las moscas, me he llevado el chubasquero.
La idea era tomar la zona del puerto de Onil como punto de partida para alcanzar La Cenezosa, en la sierra que tiene el nombre del pueblo.
Aquí, en Alicante, la tarde era calurosa y con algunas nubes en el horizonte.
No me ha parecido preocupante, más bien parecía un bonito campo de algodón.
Pero al llegar a la sierra que comento más que un algodonar parecía la boca del lobo. Negro como el carbón. Alguna gotilla que otra. Bueno, eso a mi no me preocupa demasiado; con este calor hasta se agradece una remojada.
Pero, de pronto, y ya en pleno camino,... Prrooooooompppp, prrooooooompppp... Unos rayos y unos truenos que vaya miedo!!!
Cuando el trueno suena a muchos segundos del rayo, no hay mucho problema...
pero cuando el rayo y trueno están casi a la vez... jajajaja... te cagas vivo!!!!
Y a mi mojarme con la lluvia me importa un bledo pero... que me parta un rayo... va a ser que no!!!
Qué ya bastante chamuscado está uno con los tiempos que corren!!!
Así que, a la carrera, y después de haber caminado unos 2 kilómetros, Yuma y yo hemos empezado el descenso del monte, dando zancadas y saltando por entre los matorrales, como si de una competición se tratara, para ver quién de los dos llegaba antes al coche... jajajaja
Ya dentro del auto, hemos iniciado el regreso y, a medida que salíamos de la sierra, el tiempo parecía no estar tan mal.
Por lo que he decidido parar a la entrada de Onil, en el lugar llamado Casa Tápena-Ermita de Santa Ana, donde hay un pequeño bosquecillo, con merenderos y zona de barbacoas.
Allí hemos parado para estirar las piernas un rato y fumar un cigarrillo.

Aquí, ya más tranquilamente, Yuma ha podido hacer con comodidad sus necesidades.
Mientras, se veían sobre la sierra los nubarrones que descargaban con ganas.
No tardarían en llegar hasta el sitio donde estábamos, por lo que al poco hemos vuelto al auto y hemos regresado a Alicante.


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